Nil Moliner vuelve a la carga con un nuevo single repleto de sentimientos y con la colaboración de sus seguidores y amigos.
La música nos remueve y nos emociona. Esto es justo lo que ha querido transmitir Nil Moliner con el estreno de su nuevo single La Bestia, tras la salida de su primer álbum Bailando en la batalla. La canción, que salió el pasado 14 de mayo a las 19 horas y producida por Roger Rodés y Manu Guix, vuelve a regalarnos una vez más la esencia festivalera del catalán y nos atrapa y nos devora por dentro, como una bestia entre sus garras.
El poder de la música y la fuerza de una canción
«Alguna vez tu también has sido atrapado o atrapada por una canción«, empieza a narrar Moliner, en un prólogo hablado en el que nos abre las puertas de la cueva donde yace la bestia y donde nos muestra su rostro empapado de lágrimas ante la cámara. Sin embargo, su cara no tarda demasiado en cambiar y, embriagado por la fuerza de La Bestia, que para él es sinónimo de ‘música’, empieza a bailar animado frente al piano.
“Vuelvo a regalar mis canciones, pero intento que sean un arma letal”, nos canta el artista más adelante en un estribillo movido y cargado energía. Además, en frases tan dispares como “¡Hey tú, aléjate! que vienes sin saber que puede ser que hoy no esté de buen humor. Y sé que en realidad me puedes hacer bailar”, vemos como, incluso sin desearlo, la música se nos presenta como la mejor medicina en muchas ocasiones. No obstante, en muchas otras, esta puede ser como un caramelo envenenado, que nos despierta sentimientos o recuerdos que no anhelábamos y creíamos haber olvidado. Es por este motivo que la música es una bestia letal, que nos atrapa y nos hacer llorar, reír, bailar… En definitiva, que nos remueve todas nuestras emociones.
Nil Moliner ha querido contar con sus seguidores en el videoclip
Por otro lado, como era de esperar, y ante la imposibilidad de realizar un videoclip en el exterior, Moliner ha decidido contar con la ayuda de sus seguidores y amigos en la realización del video. En este aparecen hasta unas 200 fotografías en blanco y negro de rostros de personas que apoyan su música y que transcurren a medida que avanza la música, a través de un efecto morphing utilizado como transición.
