El público forma una larga cola para entrar al teatro donde las ganas de disfrutar son inmensas. Cada uno toma su sitio, bajo esa grande y lujosa lámpara que ilumina el teatro. Los focos crean un ambiente íntimo, con un tono rojizo envolvente.
Muerdo sorprende al público empezando a cantar Sendero de paso lento desde la parte trasera y va avanzando por el pasillo hasta subir al escenario, donde están Pablo de Torres, Víctor Martínez e Iker García, con su piano, batería y guitarra, respectivamente. Tras esta y abundantes agradecimientos al público suena Luz natural. El cantante juega con el público diciendo palabras y haciendo que este las repita.
No me quieras mal es la siguiente canción, en la que se nota a Muerdo vibrar y sentir, acompasando sus movimientos con la melodía. Como siempre, enérgico y con una sonrisa se mueve por todo el escenario, bailando y expresando con todo el cuerpo. Entra Pedro Pastor e interpretan su canción con un baile entre los dos que manifiesta mucha complicidad. Tendré canciones e Invisible van haciendo a la gente cantar más fuerte debajo de las mascarillas.
Reflexiona sobre la importancia que Madrid tiene para él, y citando a Sabina se refiere a la ciudad como: “insufrible pero insustituible”. Dedica su siguiente canción Volar a quienes hacen posible los pequeños escenarios en los que él empezó, como el de El Búho Real. Termina con un grito de: “¡cultura y libertad!”. Les regala a sus espectadores canciones como Claridad y Yo pisaré las calles nuevamente.
Interpreta Prefiero amar, canción que dedica al fallecido Luis Eduardo Aute, haciendo de este momento el más emocionante de la noche, a solas con el piano, los ojos brillantes y algunas lágrimas de quienes escuchaban algo tan íntimo y desgarrador. Lanza un beso hacia arriba, dirigido a su amigo y compañero.
Con la guitarra en mano, Pascual solo en medio del precioso escenario, canta una canción de su segundo disco: De La Habana a Madrid, soplando al micro para recordar al sonido del mar. Seguidamente, Vas a encontrarte hace cantar al participativo público con él.
Le choca el puño a alguien sentado cerca del pasillo y, cuando sube de nuevo al escenario sale Mr. Kilombo. Juntos con Canto pal que está despierto revolucionan a los asistentes, cantando a pleno pulmón y levantándose, en sus sitios, a bailar. Un grandísimo aplauso y entra Sandra Bernardo, con quien interpreta Semillas, desprendiendo ambos muy buen rollo con sus bailes, miradas y sonrisas.
Una bola de luz, una especie de lámpara es lanzada al público y va pasando de mano en mano, haciendo de esto un juego. Se despiden pero el público, de pie y haciendo temblar el teatro entero con sonoras pisadas en el suelo hace que vuelvan a salir e interpreten La sangre del mundo, que invita a la gente a seguir cantando cada vez más suelta y liberada.
Con la última canción empiezan a subir miembros del público al escenario, envueltos por la euforia mantenida durante todo el concierto. Parece que la música ha hecho olvidar completamente a los asistentes la situación sanitaria en la que nos encontramos inmersos. Las distancias de seguridad se rompieron y un concierto que fue maravilloso y emocionante acabó con una euforia que para algunos espectadores pareció desproporcionada. Sin embargo, Muerdo se pronunció, bromista diciendo: “no se ha cometido ninguna ilegalidad, pero si hay que pedir disculpas, yo como el rey: lo siento mucho, no volverá a ocurrir”.