Como ya anunciamos hace pocos meses, Eddie Vedder pasó por España, con un show acústico y cercano que anoche puso a Barcelona en pie.
El líder de Pearl Jam se encuentra en plena gira de conciertos. Lo hace en un formato más íntimo, sin grandes parafernalias. Solo él, distintos instrumentos que va alternando, y unos pocos acompañantes, como es el músico irlandés Glen Hansard, con el que hace un gran tándem.
Era Hansard el encargado de inaugurar la velada, mientras el público empezaba a acomodarse para lo que ya prometía ser una gran noche. No obstante, no terminaría ahí su intervención.
Tras algunos minutos de espera se nos advirtió de que no utilizásemos dispositivos electrónicos; no por capricho, sino para conseguir la atmósfera necesaria en la actuación, que busca ser cálida y de una gran interacción con el público.
Y llegó la hora
Las cuerdas frotadas de Red Limo String Quartet anunciaron la entrada de Eddie Vedder a ritmo de Alive, para a continuación comenzar él con su Far behind.
Se sucedieron distintos temas, tanto de Pearl Jam como de su disco en solitario, e incluso, versiones de The Clash (Should I stay or should I go) o The Beatles (You’ve got to hide your love away). Vedder demostró en todo momento una gran conexión con su público a través de las emociones que transmitía cada nota. Pudimos admirar su maestría con distintos instrumentos y su complicidad con Glen Hansard, quien le acompañó en varias canciones. El irlandés incluso tomó en alguna ocasión el centro del escenario, para permitir que Vedder se pasease más cerca de sus fans.
Y es que el público jugó un papel importante debido a la interacción, que no se limitaba a corear las canciones. Vedder llegó a obsequiar a un asistente con una copa de vino, y poco después, a él le daban flores. Además, en uno de los momentos más emotivos de la noche, se acercó para saludar cara a cara a los asistentes de primera fila, y hubo a quien se le cayó una lagrimilla tras oírle cantar tan cerca.
La traca final
Tras varios temas míticos, cuando sonó Hard Sun el público se vino incluso más arriba, lo cual era difícil llegado ese momento. Todo el Palau Sant Jordi coreó este tema, que parecía que sería el que cerrase el concierto.
Y digo parecía porque, como no podía ser de otro modo, el público pidió un bis, y Eddie Vedder no dudó en concedérselo. El encargado de poner a Barcelona en pie mientras unían sus voces fue una versión del himno de Neil Young Rockin’ in the free world. Una elección perfecta para clausurar las más de dos horas de música en su más estricto significado. Porque Eddie Vedder es eso, y eso transmite: amor por la música, emoción en cada sonido y en el ambiente.
Eddie, vuelve pronto.
