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Críticas

«Maniac»: El experimento lisérgico de Fukunaga

Imagen del poster promocional / Fuente: Netflix Chile

El último proyecto de Cary Fukunaga, creado por Patrick Somerville, llevaba anunciada su producción desde marzo de 2016, pero no ha sido hasta el pasado 21 de septiembre de 2018 cuando Maniac ha visto la luz en Netflix

Maniac es una miniserie de comedia negra de espíritu kitsch y retrofuturista que adapta la serie de televisión noruega de nombre homónimo. Protagonizada por Emma Stone y Jonah Hill, conoceremos las historias y traumas de Owen y Annie a través de 10 episodios que se balancean entre los 30 y los 45 minutos.

Owen y Annie deciden formar parte de un experimento farmacológico que tiene como finalidad confrontar sus traumas del pasado, eliminando los mecanismos de defensa que encierran sus mentes. Viviremos junto a ellos un viaje al interior de su subconsciente, que tiene como finalidad una catarsis que puede ayudarlos a superar sus traumas y ser felices, o destruirlos para siempre.

Versatilidad e irregularidad

Cada una de las entregas de Maniac es un juego de versatilidad. Un capítulo te puede llevar a una historia de mafiosos mientras la siguiente te envuelve en un cuento de fantasía. Esta, que podría ser una de sus mayores fortalezas, puede jugar en su contra. Aunque es algo atractivo y hace a la serie un producto único, resulta todo un débil tropiezo. Estos cambios de escenario rara vez aportan nuevos elementos a la historia, si no más bien, parecen un recurso para enroscar y alargar demasiado el tema central del guion.

Los capítulos acaban perdiendo el hilo conductor, creando una segunda tanda de episodios prácticamente autoconclusivos. Los personajes y tramas no avanzan ni interfieren unas en las otras. Llega un momento en el que como espectador quieres volver al mundo real, pero el guion se empeña en dejarte encerrado en esas fantasías surrealistas. No deja de ser un juego interesante, ya que debemos ser capaces de captar las pistas y destapar los traumas y enfermedades de cada uno. Sin embargo, se alarga demasiado en el tiempo para lo poco que aporta.

Imagen extraída de Fotonoticia

La psicología de los personajes

Maniac juega constantemente con la psicología de los personajes y las capas que los envuelven. Para mostrarlo, se dedica a recrear situaciones reales a través de sus mundos imaginarios. Rebaja así el drama con un toque de humor negro y fantasía. Es por eso que vivimos un aparatoso accidente visto desde una maqueta, o la historia de un robo al más puro estilo James Bond.

La serie se descubre como un viaje inmersivo a los caminos de la inestabilidad mental. El resultado es una reflexión sobre la depresión, las relaciones personales y la propia soledad. Annie y Owen deben superar sus traumas (maltrato, culpabilidad, extorsión) para encontrarse y ayudarse mutuamente a aceptar la realidad. Solo así conseguirán avanzar en sus estancadas vidas.

Imagen extraída de Enterteiment

La estética retrofuturista

Si de algo puede alardear Maniac es de su diseño y estética visual. Se ambienta en un mundo retrofuturista, donde los avances tecnológicos parecen haberse detenido entre los años 70 y 80. Nos rodea un futuro distópico, en el que la sociedad vive atrapada por diferentes formas de ocio. Robots que limpian aceras, empresas de crédito a cambio de recibir spam constante en persona, o sexo virtual con los inventos más extraños.

Todo el aura que rodea Maniac parece sacado de una película de Wes Anderson. Eso sí, más pasada de vueltas a lo habitual. La serie se ríe constantemente de los tropos de la ciencia ficción. Exagera cosas hasta el máximo extremo y nunca se pone un límite. A veces acierta, otras veces, simplemente, se pasa en su libertad creativa. Sin embargo, en todo momento, resulta atractiva de ver.

Fuente: Netflix

Emma Stone, Jonah Hill y el reparto

No es ninguna novedad decir que Emma Stone es buena actriz. Maniac le da la oportunidad de saltar por varios registros, de mostrar tantas caras como quiera. Y ella lo consigue. Su historia de redención y aceptación tiene historias y secuencias, monólogos y momentos perfectos. A su lado esta Jonah Hill. El actor, encasillado hasta hace poco en la comedia americana tontorrona, sorprende. Hill está convincente la mayor parte del tiempo, sabe también variar dentro de las diferentes historias y es un buen protagonista.

La locura llega con el resto de histriónicos y majaretas personajes. La historia de los dos doctores, Dr. James K. Mantleray y Dra. Azumi Fujita, encarnados por Justin Theroux y Sonoya Mizuno, reparten los momentos más alocados, absurdos y extraños de toda la serie. No se queda atrás la veterana Sally Field en sus diferentes papeles. Juntos conforman un reparto repleto de buenos e interesantes nombres, que apuntalan la producción.

Fuente: Variety

Maniac no ha sido realmente la miniserie que esperaba. Es amena, divertida y entretenida, pero no ahonda en los recovecos de la mente más que de forma superficial. Es una historia de superación y conexión, simple y llanamente, que se pierde por los caminos del subconsciente en exceso. Somerville y Fukunaga parecen más interesados en querer destacar visualmente que en contar una historia más contenida y directa. Un producto diferente, no apto para todos los espectadores.

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