Reseñamos Tekkon Kinkreet, la fantasía distópica de Taiyô Matsumoto, recientemente reeditada por ECC en un volumen único
En esta ocasión nos acercamos a una de las obras más particulares de Taiyô Matsumoto, Tekkon Kinkreet, que este año ha recuperado ECC. Se trata de una obra que podríamos definir dentro del gafotaku (etiqueta de nuevo cuño que surge de la unión de dos conceptos, “gafapasta” y “otaku”, y que hace referencia a los lectores de obras de manga todoterreno, que disfrutan tanto con el shônen o manga de aventuras para adolescentes como con otro tipo de obras, más personales y con otros planteamientos).
En Tekkon Kinkreet, Matsumoto cuenta la historia de dos niños, Negro y Blanco, que viven juntos en un coche en una Ciudad Tesoro infestada de yakuza y criminales de todo tipo. Pese a que a priori podría parecer un relato de bajos fondos y personajes marginales al uso, Matsumoto dota a sus dos protagonistas de la capacidad para representar metafóricamente al ser humano, de modo que sus relaciones trascienden la fraternidad para convertirse en una reflexión sobre la propia humanidad.
Como ya vaticina esta premisa, se trata de una obra compleja, en la que se plantean temas como la identidad, la tradición, la modernidad o el uso de la violencia. Por si esto fuera poco, Matsumoto dedica varios capítulos a desarrollos oníricos e incorpora en la historia, ya de por sí bastante críptica, detalles surrealistas que todavía imbrican más la narración.
Sin embargo, a pesar de esta complejidad del contenido, Taiyô Matsumoto da rienda suelta a una narrativa ágil y dinámica, que incita a leer con avidez. El hecho de que las viñetas tengan un diseño abigarrado y plagado de detalles alusivos a la cultura contemporánea no supone un obstáculo, puesto que la acción se desarrolla con claridad y fluidez.
Respecto al apartado gráfico, debemos destacar su inconfundible estilo, que ha bebido de múltiples influencias, no solo niponas. Se destacan, en la propia solapa de la obra, nombres como Miguelanxo Prado, Moebius y Enik Bilal, que ciertamente se perciben como influencias claras por la construcción onírica de los espacios, el abigarramiento de las escenas o cierta “suciedad” en el dibujo, aunque también podemos ver la proximidad del mismo al estilo underground, con una fuerte caricaturización de los personajes para destacar el aspecto más grotesco.
En un solo volumen, ECC recopila los treinta y tres capítulos que formaban los tres tomos de la historia completa de Tekkon Kinkreet, repitiendo el modelo de publicación que se había adoptado en 2012 para la primera publicación en castellano de esta obra. En cierto modo, esto servía para presentarla con mayor proximidad a la distinción de “novela gráfica”, para reforzar su carácter alternativo. Sin embargo, la edición de ECC responde a las dimensiones del formato kanzenban, incrementando únicamente el grosor del tomo, que supera las seiscientas páginas. El diseño está muy cuidado, con una sobrecubierta en la que aparecen los dos personajes, Negro y Blanco, en colores (azul y rosado/anaranjado, respectivamente) sobre un fondo monocromo en tonos grises que representa la ciudad.
Aunque no es excesivamente lujosa, es una edición solvente y cuidada que no puede faltar en las estanterías de cualquier aficionado al manga, a la novela gráfica, y, por supuesto, de cualquier gafotaku.
