Planeta Cómic publica una adaptación en cómic de la célebre novela, a cargo de Claudio Stassi
La novela La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, es una de las obras literarias contemporáneas que mejor representan el espíritu bulliciosamente decimonónico de la ciudad de Barcelona, ese retrato modernista que atrae cada año a millones de turistas que recorren sus calles contemplando con admiración edificios que para los vecinos resultan tan cotidianos que han perdido el interés.
Publicada en 1986, se consolidó rápidamente como una de las señas de identidad de la ciudad, que en cierto modo se ha convertido en una constante dentro de la cultura propia de Barcelona. Precisamente este arraigo ha favorecido constantes referencias y adaptaciones, de las cuales la más reciente es este cómic de Claudio Stassi y editado por Planeta Cómic.
Stassi, que lleva más de una década viviendo en Barcelona, se sirve de la historia de Onofre Bouvila para rendir un homenaje sincero a la novela y a la ciudad que le ha acogido con los brazos abiertos. A pesar de la complejidad de este tipo de adaptaciones, Stassi se mantiene fiel al texto original, si bien es cierto que lleva a cabo cambios obligados por las diferencias entre ambos medios.
Una de estas alteraciones está estrechamente relacionada con la extensión, que ha debido ajustarse mucho al ser trasladada a viñetas. Por este motivo, algunos pasajes se han reducido, en ocasiones a su mínima expresión, integrándose en la narración casi como guiños a los lectores que ya conocieran previamente la historia. Sin embargo, eso no impedirá a quien no haya leído a Mendoza disfrutar enormemente de este cómic.
Uno de sus puntos más fuertes, donde Stassi puede desenvolverse con mayor soltura y libertad, es en el aspecto visual. Su retrato de la ciudad de Barcelona, personaje tan protagonista como el propio Bouvila, constituye un recorrido magnífico por algunos de sus rincones más emblemáticos, algunos existentes, otros ya desaparecidos y otros notablemente modernizados. Y, dentro de este retrato, el color juega un papel fundamental: Stassi se decanta por una paleta de colores oscura, estrechamente relacionada con la trama, que de primeras puede resultar algo sorprendente por su renuncia a la brillante luz mediterránea que acostumbra a bañar la ciudad.
En estos tiempos de cuarentena, la obra de Claudio Stassi ofrece un aliciente adicional, al proponer a los lectores un paseo por estas calles ahora vetadas a paseantes ociosos. A través de la relectura que hace de la novela, pone en nuestras manos la posibilidad de abandonar nuestro confortable rincón de lectura y olvidar, por un ratito, las extrañas circunstancias. Un valor añadido a una obra ya de por sí exquisita.
