Reseñamos El perdón y la furia, el cómic de Antonio Altarriba y Keko publicado por el Museo del Prado
El pasado año 2016, el Museo del Prado celebró por todo lo alto el quinto centenario del fallecimiento del artista Jheronimus van Aken, más conocido como El Bosco. Además de una gran exposición conmemorativa, la institución sorprendió a más de uno con la publicación de una obra sobre el artista neerlandés que resultaba un tanto peculiar. Esta obra en particular no era un ensayo académico, ni siquiera un catálogo de la muestra (también lo hubo), sino un cómic.
Por extraño que le pareciese a muchos, el museo ponía de manifiesto así su compromiso con la consideración artística del cómic, realizando una legitimación institucional y empleándolo como herramienta didáctica para aproximarse a la obra del pintor flamenco. Así pues, El tríptico de los encantados, realizado por Max, se convirtió en el primer cómic editado por el Museo del Prado.
A finales de 2016, la institución presentó una nueva muestra, titulada Ribera. Maestro del dibujo. Ya en enero de 2017, volvían a sorprender con el anuncio de una nueva publicación de cómic, demostrando que la obra de Max no había sido una circunstancia episódica sino fruto de una voluntad específica del Museo del Prado por reforzar sus lazos con el mundo de la viñeta.
Esta nueva obra, titulada El perdón y la furia, reúne a un tándem creativo formado por Antonio Altarriba (guionista de cómics, pero también teórico y novelista) y el dibujante Keko. Ambos ya habían colaborado con anterioridad, en Yo, asesino.
Así pues, en El perdón y la furia, Altarriba y Keko parten de su bagaje común para plantear una historia que sirve, en cierto modo, de spin off de la primera, con una fuerte vinculación con el mundo del arte y, en particular, con la figura del pintor José de Ribera, el Españoleto.
El perdón y la furia narra la historia de Osvaldo González Sanmartín, un profesor universitario obsesionado con la obra de Ribera, en particular, con el encargo que el pintor recibió de realizar cuatro cuadros representando los castigos de los cuatro gigantes de la mitología griega: Ticio, Sísifo, Tántalo e Ixión. En la actualidad, únicamente se conservan dos, puesto que como bien dice el comienzo del cómic, «Falta Sísifo… También falta Tántalo».
Osvaldo lleva su obsesión al extremo, estudiando incluso los planteamientos de los alumbrados (una secta considerada herética), y teniendo presentes un gran número de tradiciones culturales: desde la mitología clásica, pasando por la secta del Iluminismo, hasta los planteamientos esotéricos y mágicos de Giordano Bruno.
En su precipitado descenso a los infiernos, Osvaldo cambia su identidad, adoptando el nombre de Ribera, y dejándose llevar por sus descubrimientos, poco a poco, trata de imitarlo, para recuperar a través de su pincel las dos obras perdidas.
Así, se plantea un thriller claroscurista que se materializa a la perfección gracias al dibujo de Keko, que crea una atmósfera opresiva gracias al uso, únicamente, del blanco y el negro, al que se le suma ocasionalmente el rojo de la tinta y de la sangre. Sin embargo, plantea una ligera concesión al color, ya que las reproducciones de los cuadros de Ribera se muestran tal cual son, sin ningún tipo de adaptación al estilo del dibujante.
El perdón y la furia supone una forma de aproximarse al mundo del arte, y más particularmente al del Españoleto. No está planteado como una lección histórica sobre su vida y su obra, muy al contrario, el cómic narra la historia de la investigación desquiciada de un profesor universitario. Sin embargo, a pesar de ello consigue ofrecer un interesante punto de vista sobre la obra del pintor, así como trazar un panorama sobre su época. Los amantes del arte y el cómic tienen aquí el disfrute asegurado.
