Más de 70 invitados se pasearon por la alfombra roja de los premios Goya 2019 el pasado sábado, 2 de febrero. El ambiente de la fiesta del cine embriagaba por sí solo y así lo vivieron sus asistentes tanto dentro como fuera del photocall
Un trozo de tela roja de más de 100 metros se convertiría en el hilo conductor de una gala de premios de lo más especial. Hasta un centenar de personas aguardaba tras las vallas del recinto del FIBES gritando y aplaudiendo cada vez que una de las estrellas que iluminarían la noche de la fiesta del cine ascendía por la pasarela hacia el edificio.

Aldo Coma y Macarena Gómez. Fotografía: Laura Ottati
-¡Qué mala organización! ¡Tenemos que ver todo desde la cárcel!– gritaban los transeúntes, que se referían con la palabra cárcel a estar tras las rejas del edificio, lo que en su momento sonó bastante poético. Parece que el enfado de los asistentes «fronterizos» se disipó cuando vieron que los famosos les saludaban en la lejanía, a través de la pasarela de cristal. Entonces cambiaban sus gritos por vítores. Todos contentos.
Los que no pararon de andar durante toda la noche (copa de champán Moët en mano, eso sí) embutidos en preciosos trajes y vestidos de diseñadores de la talla de Dolce y Gabanna, Gucci o Channel, fueron los invitados a los Goya.

María Pedraza con vestido de Dolce&Gabbana. Fotografía: Laura Ottati
Aunque ya se lee en muchos otros artículos y crónicas del evento, los políticos no tuvieron especial protagonismo en una alfombra roja que brilló por la mezcla de artistas de distintos ámbitos culturales, tan dispares como la música trap, el mundo de los realities musicales, el periodismo y los influencers, sin obviar la presencia de los actores, que para eso era la gala ¿no?
A medida que pasan los años, este tipo de eventos que en un primer momento estaban pensados para la promoción cinematográfica, empiezan a dejar entrar por la puerta trasera a personas influyentes que poco tienen que ver con lo audiovisual si nos encuadramos en la visión clásica de estos eventos.
Lo que sí queda claro es que las categorías que antes dividían a los creativos hoy los meten en el mismo saco, codo con codo. Lo que no tiene por qué tener una connotación negativa: la cultura se está abriendo a nuevos horizontes ¿qué hay más valioso?
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