Iron Maiden junto a Sabaton y Gojiran deslumbraron la tarde del 14 de julio con una gran lección de heavy metal en un show de más de cinco horas
A finales del pasado 2017, tanto la banda de origen británico Iron Maiden como la promotora Madness Live! anunciaron el evento a través de todas sus redes, prometiendo el show más grande hecho en España por los liderados por Steve Harris. Otro de los grandes alicientes para promocionar el evento fue el de que Iron Maiden no solo contaría con uno, sino con dos bandas invitadas y de un gran calibre (Sabaton y Gojira). Las entradas salieron a los pocos días con unas tarifas que rondaban alrededor de los 90-100 euros (dependiendo si se solicitaban en pista general o en grada).
Exterior del estadio / Fuente: Adrián Lapresa
Casi ocho meses más tarde llegó el día señalado por miles de fans de toda España. Con Madrid bañada en cuero, era el momento de ir al flamante estadio del Atlético de Madrid para disfrutar de toda una tarde de música. Ya en los aledaños del palacio futbolero, con una L7 de Metro Madrid abarrotada, el olor a cerveza y el heavy metal se convirtieron en protagonistas. En todo el perímetro del estadio se podían encontrar decenas de puestos de merchandising, comida y bebida con música a alto volumen que no hacían nada más que caldear el ambiente aún más.
No fue hasta las 18:15h que el estadio abrió todas puertas (un flamante retraso, ya que deberían de haber abierto 45 minutos antes) para que todo asistente con su entrada pudiese llegar hasta su asiento. Sin duda, este fue uno de los puntos más negativos del evento, ya que a causa del retraso en la apertura de puertas, las largas colas para acceder propiciaron que muchos no pudiesen disfrutar de gran parte del primer acto del show.
A pesar de todos los inconvenientes a causa de la organización del evento (algo muy en boca en los últimos días a causa de los grandes problemas que sufrieron los asistentes del MadCool), Sabaton hizo acto de presencia a las 17:30h como estaba programado.
El show que dieron los suecos durante poco más de 40 minutos fue todo un derroche de power metal épico marca de la casa. Con un telón serigrafiado con la portada de su último trabajo de estudio The Last Stand (2016) como backstage, la banda que convierte la historia bélica en música regaló a sus pocos oyentes (recordad que más del 70% del público aún se encontraban en las colas de acceso) un setlist muy completo caracterizado por los singles que más éxito les han otorgado durante sus casi 20 años de carrera.
Sabaton en el Wanda Metropolitano / Fuente: Adrián Lapresa
Con Ghost Division, Winged Hussars y la fiestera Swedish Pagans dieron el pistoletazo de salida, siguiendo con la siempre clamorosa Carolus Rex. El momento más álgido del show llegó con The Last Stand, un tema que se ha convertido en todo un lema de la banda cargado de épica. Con un Joakim Brodén espectacular a la voz, continuaron con la impactante Night Witches y su rola más clásica Primo Victoria. El final del turno de Sabaton llegó con Shiroyama y To Hell and Back, cuya melodía fue tarareada por el público.
Así finalizaba la primera parte del macroevento, con unos Sabaton agradecidos tras haber demostrado el porqué de que sea una de las bandas más potentes de los últimos años en la escena metalera.
Y fueron 20 minutos de espera hasta que aparecieron Gojira, la banda de death metal francesa. En este caso, al contrario que con Iron Maiden o Sabaton, encontramos un sonido mucho más pesado que hace gran hincapié en los ritmos lentos de batería dotados de gran precisión. Con sus tres primeros temas Toxic Garbage Island, L’Enfant Sauvage y Silvera enseñaron toda la potencia que tenían sorprendiendo a todos los que nunca se hubiesen adentrado en su música. Con Stranded (su tema más conocido) pusieron toda la carne del asador, continuando con Flying Whales y The Cell. Blackbone, The Shooting Star y Vacuity fueron las escogidas por los franceses para dar carpetazo a su paso por Madrid con un show más que correcto, que tras despedirse, dejaron vacío el escenario para preparar el plato fuerte de la tarde: Iron Maiden.
Durante este descanso de casi 45 minutos, muchos fueron los que decidieron reabastecerse en los múltiples puntos de comida y bebida del estadio a la vez que este se iba llenando por completo y se dejaba el escenario listo para los británicos. Fue a las 21:10h cuando empezó a sonar Doctor Doctor, la mítica canción de UFO que Maiden siempre utiliza para avisar de que el concierto está a punto de comenzar.
Iron Maiden en el Wanda Metropolitano / Fuente: Ángel Gutiérrez
Se apagan las luces, las gigantes pantallas distribuidas a lo largo de la pista se encienden y con el rugido del público, comienza el discurso de Winston Churchill con el que la banda británica está comenzando sus shows durante esta gira europea apodada The Legacy of the Beast. De pronto, empiezan a sonar las primeras notas de Aces High y como si aún fuesen los años 80, aparecen Adrian Smith, Dave Murray y Janick Gers a las guitarras; Nicko McBrain a la batería; el siempre líder Steve Harris al bajo y como no podía ser de otra manera, con un increíble salto aparecía el incombustible Bruce Dickinson. Mientras todo esto ocurría, una maqueta a escala real de un Spitfire de la Segunda Guerra Mundial aparece sobre sus cabezas moviéndose de lado a lado del escenario.
Sin un momento para tomar aliento, la dama de hierro continuó su estelar entrada con Where Eagles Dare, una de esas rarezas que no siempre se pueden llegar a escuchar en directo. 2 Minutes to Midnight tras una siempre charla de bienvenida por parte de Bruce consiguió que todo el estadio cantase el pegadizo estribillo de esta canción de 1984. Lo que se podría considerar la primera parte del concierto finalizó con The Clansman, otra de esas rarezas, esta vez de la época de Blaze Bailey como vocalista, que llenó el estadio de un grito de libertad en esta historia de nueve minutos de duración sobre la opresión de Inglaterra sobre el pueblo escocés.
Uno de los momentos más espectaculares de la noche llegó con The Trooper, todo un lema de la banda que junto al grito ensordecedor del público y la fascinante participación de un Eddie gigante que llegó hasta a luchar frente Dickinson espada a espada durante el medley de la canción arrancó a más de un asistente un rostro de felicidad.
Iron Maiden en el Wanda Metropolitano / Fuente: Ángel Gutiérrez
Tras interpretar Revelations y For the Greater Good of God llegó The Wicker Man, uno de los clásicos más contemporáneos del grupo. Sign of the Cross, también de la época de Bailey, tiñó el escenario de rojo embaucando al estadio en un halo de oscuridad y misticismo del que hace gala esta canción de 7 minutos caracterizada por su progresividad y ambiente de iglesia. Flight of Icarus cargada con una impactante escenografía fue la encargada de continuar.
El trío final antes de los bises se inaguró con Fear of the Dark, una canción que dejó sin habla a más de uno. La siguieron The Number of the Beast que gozó de todo un espectáculo pirotécnico y Iron Maiden, el tema homónimo del grupo. Tras esto, la banda se despidió hasta los bises, que llegarían tan solo cinco minutos más tarde.
Finalmente, la fiesta finalizó con The Evil That Men Do, el momento más mágico de la noche con Halloweed Be Thy Name y Run to the Hills. Ya sí, el concierto había finalizado tras 2 horas de intensidad. Con el público aplaudiendo comenzó a sonar Always Look On the Bright Side of Life, la outro sacada de La vida de Brian (Terry Jones, 1979) que siempre utilizan los británicos al finalizar sus shows.
Exterior del estadio / Fuente: Ángel Gutiérrez
Así finalizó el que hasta día de hoy es el show más grande que ha llegado a otorgar Iron Maiden a España. Alrededor de 50.000 personas saltaron y cantaron durante toda una tarde de música en la que se dejó claro que este género está más vivo que nunca. Si se pasa por alto los graves errores de organización y la mala acústica que posee este Wanda Metropolitano (ya demostrada tras el show de Bruno Mars) se podría llegar a hablar de todo un hito musical en España.
