El irlandés es la nueva película de Martin Scorsese producida por Netflix que llegará a la plataforma el 27 de noviembre y que se estrenó en escasos cines el pasado viernes 15.
Sin duda, lo que más me sorprendió cuando fui a ver El irlandés fue encontrarme con una sala de cine completamente llena. Esto se debe a varios factores: primero, era un lunes por la tarde, segundo, era una sesión en versión original subtitulada en español y tercero, se trataba de un largometraje de 210 minutos que todos los asistentes podrían disfrutar en casa solo doce días después de su estreno en pantalla grande. Qué bueno para la industria que la gente todavía prefiera ver una buena película en el cine.
A pesar de su largo metraje, la historia no se hace pesada en ningún momento. Y, ¿por qué? Porque es una historia interesante, porque contiene personajes bien construidos a los que queremos seguir conociendo, porque la cámara te describe todo lo que ocurre -y lo que va a ocurrir- y te mece mientras te acompaña a lo largo de la narración. Como era de esperar, una buena película de un director más que consagrado.
Pero esto no podría haberlo hecho Scorsese solo -o sí-. Se ha rodeado de la mejor compañía para dar un pelotazo: Robert de Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel. De entre los que hay que destacar a Pesci, ese actor que dice tanto sin pronunciar palabra. Maravilloso.
¿Qué falla en la película? No lo sabría decir. Quizá la duración de El irlandés es exagerada para el público medio, quizá es que yo entré por la noche tras un largo día de trabajo y necesitaba descansar. O quizá es que se echa en falta un poco más de la acción que nos daban todos los componentes del film cuando eran más jóvenes.
Aunque muchos dicen que esta es la mejor película de Scorsese, yo no la definiría como tal, pero para gustos… Sin embardo, sí que entra en «las mejores películas» del director, sin lugar a dudas.