La compañía norteamericana ha vuelto a conquistar corazones dejándose guiar por un excelente elenco de actores liderado por Angelina Jolie.
La productora originada el siglo pasado por el emblemático Walt Disney continúa invitándonos a viajar en el niño que llevamos dentro gracias a sus sublimes producciones cinematográficas.
«Maléfica: Dueña del Mal» no ha sido la excepción y ha dejado al espectador atrapado sin salida hacia la gran pantalla. Un lustro después, dicha saga ha tocado todos los palos existentes en la gama cromática de sentimientos humanos sin renunciar a la belleza natural que atesora el sello Disney.
La trama comienza retratando el mundo ideal que siempre soñó John Lennon. Naturaleza como manjar para nuestros ojos y amor romántico y materno-filial hacían entrever un drama infantil apto para todos los públicos. De este modo, todos pudimos volver al niño que llevamos dentro.
Las predicciones no decepcionaron. La actuación de Angelina Jolie como Maléfica resultó sublime. Comprendió a la perfección su labor basada en esconder la nobleza de la protagonista mientras que derrochaba temor hacia la maldad de los corazones más insospechados.
El personaje de Maléfica no evolucionó, pero el espectador pudo profundizar en todas sus aristas mientras que la trama avanzaba hacia el desenlace esperada.
Sin duda, su final era más que predecible. Sí, somos conscientes de que Disney fomenta finales en los que triunfa el amor y se sacrifican seres queridos para que exista.
Sin embargo, excelentes interpretaciones como la de Elle Fanning (Aurora), Michelle Pfeiffer (Reina Ingrith) o Harris Dickinson (Príncipe Phillip) invitaban a la incertidumbre y a la emoción durante sus 180 minutos de emisión.
Plasmaron a la perfección la metáfora del bien y el mal de una sociedad abocada a la putrefacción. Por lo tanto, podemos definir esta producción como una vacuna hacia la ignorancia de los corazones más bondadosos.