‘Mandibules’, el último trabajo del inclasificable Quentin Dupieux, convenció a la audiencia del Festival
El director francés Quentin Dupieux es una personalidad recurrente en el Festival de Sitges, donde ha participado con Bajo Arresto (Sección Oficial en 2018), Réalité (Premio de la Crítica en 2014), Wrong Cops (Sección Oficial en 2013), Wrong (Sección Oficial en 2012), y Rubber (Sección Oficial en 2010). Con una relación tan estrecha con el Festival, era de esperar que Mandibules, su última película, fuera una de las más esperadas de la Sección Oficial de esta 53ª edición.
Mandibules nos presenta a Manu y a Jean – Gab, dos amigos de toda la vida a los que no les va excesivamente bien. Un día, uno de ellos recibe un encargo que podría cambiarle la vida, por lo que roba un coche y va a buscar a su amigo para que le acompañe en la misión. Sin embargo, encuentran algo en el maletero del vehículo que les hace replantearse toda la situación: una mosca gigantesca.
Lo que sucede después es exactamente tan absurdo como la premisa que lo precede. Dupieux se centra en la relación entre los dos hombres, extremadamente ingenuos e idiotas, y en cómo se desenvuelven en las situaciones cada vez más rocambolescas en las que se van metiendo.
Lejos de ver a la mosca gigante como a una amenaza, consideran que puede ayudarles a ganar dinero, por lo que se proponen entrenarla para que les obedezca. La estética de la mosca, su tamaño y su diseño es otro gran acierto de Dupieux, pues ni se excede haciéndola gigantesca, ni se limita a añadirla completamente mediante CGI, por lo que sus interacciones con los dos amigos terminan siendo entrañables.
Al reparto liderado por Gregoire Ludig y David Marsais se suma, entre otros, una Adele Exarchopoulos pasadísima de rosca, con un personaje delirante que roba la atención en todas las escenas en las que aparece.
Mandibules es una propuesta que abraza su absurdez con orgullo, que sabe perfectamente que lo que cuenta es ridículo y no se avergüenza, sino que se regodea en ello. La relación entre Manu y Jean – Gab es genial, al igual que sus constantes formas de improvisar y de ir salvando situaciones críticas sin saber bien cómo. Durante sus apenas 75 minutos de duración, Mandibules mantiene al espectador con una sonrisa constante, ahorrándose clichés y subtramas de relleno y centrándose en lo que importa: la locura y lo absurdo.
También pudo verse el cortometraje Axe to the face, de Andrew Moorehead. La historia, protagonizada por Reid Prebenda y Freja Zeuthen, sigue a Dylan y Anna, dos jóvenes que se conocen por una app de citas y quedan para conocerse. En sus apenas 18 minutos de duración, vemos que la relación entre ambos va tensándose y que su encuentro no es tan casual como parece. Axe to the face no es excesivamente original en su planteamiento ni en su desenlace, pero se deja ver por su buen ritmo y por una explosión de gore final que recuerda a los espectadores porqué se está exhibiendo en Sitges.
