En un año marcado por la COVID-19, Woody Allen vuelve a los cines inaugurando el Festival de San Sebastián con su nueva película rodada en la ciudad vasca.
Muchas dudas han habido durante todo el año y especialmente el último mes, pero finalmente el Festival de Cine de San Sebastián ha estrenado su 68ª edición marcada por las fuertes y responsables medidas de seguridad que impone el certamen para proteger la salud de los asistentes. Aforos reducidos, distancia de seguridad y un sistema de entradas virtuales para acceder a los pases de prensa son algunas de las nuevas normas debido a la COVID-19. Hoy, en su primer día, Woody Allen ha inaugurado el Zinemaldia con “Rifkin’s Festival’.
‘Rifkin’s Festival’ narra la historia de un hombre que acompaña a su mujer al Festival de cine de San Sebastián, y allí se encuentran con un aclamado director que claramente siente atracción por ella.
Como en todas sus últimas películas, Woody Allen decide filmar una historia con mucha comedia, conversaciones y enredos que vuelven locos a los personajes y a su protagonista, que como siempre es su alter ego (en este caso Wallace Shawn). Pero quizás, Allen haya encontrado en sus últimas historias la forma de darle una pequeña vuelta a sus guiones y ahora la historia, pese a ser predecible, tiene un mejor desarrollo.
En ‘Día de lluvia en Nueva York’ hizo un acercamiento a una generación mucho más joven -con una cantera de actores gen Z- que le da una vuelta a sus comedias románticas de la década; y en ‘Rifkin’s Festival’ decide crear una burbuja a través del Zinemaldia, donde el personaje se cuestiona y reflexiona sobre su vida, su matrimonio, el amor y su propia existencia.
Quizás este sea el trabajo menos cómico de los últimos años; su frenética forma de trabajar daba poco espacio a los cambios y quizás este año de parón obligado le haya hecho reflexionar sobre muchos más temas.
En esta historia, el protagonista conoce a una espléndida Elena Anaya (que funciona mucho mejor en sus partes en inglés) y se da cuenta de que ella le interesa, pero porque es alguien con quien se siente a gusto -hace mucho que no pasaba-, y que conoce en un contexto absolutamente imposible: es de esas personas que se cruzan una vez en tu vida, y que pese a la brevedad de su paso, te marcan para siempre.
Quizás la ejecución de ‘Rifkin’s Festival’ sea a brochazos en algunos momentos y poco novedosa, con algunos personajes pasados de vueltas -Sergi López estaba actuando en ‘Vicky Cristina Barcelona’ y Christoph Waltz tiene una breve pero “intensa” aparición-, pero la película funciona en todo momento. De hecho, Allen decide hacer pequeños guiños y homenajes a algunas de las películas más míticas de ciertos directores famosos e introducir ahí la comedia, y sorprendentemente funciona excelentemente.
Al final, ‘Rifkin’s Festival’ es como la misma vida: nos encontramos con gente, gente de paso, que no soportamos, importante, que nos ofrece algo que no tenemos en nuestro día a día, y aunque muchas veces hay que apostar por ello, otras es simplemente una anécdota preciosa que recordar. Y que mejor con San Sebastián de fondo.
No es la mejor película de Woody Allen de la década, pero ha sido una excelente vuelta al cine y una preciosa inauguración de un Zinemaldia que nadie sabía si llegaría a ocurrir. Un sueño hecho realidad.