‘La Inocencia’, de la debutante Lucía Alemany, encantó al Jurado Joven de la sección ‘New Directors’, y ‘Patrick’, de Gonçalo Waddington, debutó en la Sección Oficial.
La sección New Directors (decepcionante, como poco, el año pasado) suele dar que hablar en el Festival, ya sea por películas de bajo nivel que se hacen eternas para el Jurado Joven, o por directores que pese a ser debutantes intentan abarcar más de lo que pueden con obras que se quedan en nada. Sin embargo, una de las sorpresas de esta categoría, y de las que mejor han sido recibidas por la audiencia del Jurado, fue “La Inocencia”, de la debutante Lucía Alemany. La película nos sitúa en un verano en Valencia, en el que seguimos a Lis (Carmen Arrufat), una chica de quince años. Lis, sus amigas, y su novio viven en un pequeño pueblo de la ciudad, en el que las abuelas se reúnen en la calle con sus sillas plegables y los secretos no existen. Lis convive con esto, con la imposibilidad de vivir sin que sus padres controladores le aten en corto y teniendo que estar pendiente de que alguna vecina cotilla pueda enterarse de cómo pasa su tiempo libre.
Copyright: Festival de San Sebastián
Uno de los mayores aciertos de la película, si no el mayor, es hacer que la historia sea creíble. Cualquier adolescente de la edad de Lis puede haber vivido lo que ella vive (por lo menos durante la primera mitad de la película): colarse en discotecas, tontear con chicos mayores, o discutir con los padres porque no se toman suficientemente en serio su vocación. Las conversaciones, las discusiones que Lis tiene con su familia y con sus amigas son perfectamente creíbles, cotidianas, hasta tal punto que en ocasiones parece improvisado por la fluidez con la que los diálogos salen de los personajes. Destaca Arrufat como Lis, y Sonia Almarcha como Remedios, la madre de su mejor amiga, más comprensiva con ella que sus propios padres. El resto del reparto presenta altibajos, debido principalmente a que algunos de los integrantes del mismo debutan o no son actores.
Pese a esto, y a un tercer acto algo descontrolado, “La inocencia” es una genial ópera prima, de una directora con mucho potencial que ha conseguido captar la magia, la complejidad y la naturalidad del mundo adolescente.
Más tarde, y como representante de una Sección Oficial que no está siendo excesivamente buena, tuvimos la oportunidad de ver “Patrick”, del portugués Gonçalo Waddington. ‘Patrick’ es un drama familiar (uno más en el Festival), pero probablemente con el trasfondo más turbio visto hasta ahora.
Mario (Hugo Fernandes) es un joven que desapareció en Portugal y que aparece en una celda en París doce años después. El chico está completamente anulado, en un continuo estado de apatía y sin mostrar ninguna emoción. Su madre decide entonces traerle de vuelta a casa, donde los traumas del joven volverán a aflorar mientras su familia intenta recuperar al chico que fue. Para conseguirlo, su madre recurre a la tía de Mario (Teresa Sobral), y a su prima (Alba Baptista), con quien tuvo un estrecho vínculo en su niñez. Las tres mujeres convivirán con el chico mientras él recuerda poco a poco los momentos felices que vivió antes de perderlo todo. Mario encuentra su mayor apoyo en la joven, a quien poco a poco va abriéndose.
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‘Patrick’ es una película dura, cruda por momentos, que desde el principio pretende calar en el espectador. En este sentido, le encuentro dos problemas. El primero es el ritmo, en ocasiones demasiado pausado y contemplativo. El segundo, probablemente intencionado, es la apatía de Patrick (o del actor que le interpreta). Entiendo que es una persona rota, muerta por dentro, pero su nula expresividad durante prácticamente toda la cinta puede llegar a ser frustrante.
Waddington concibe un largometraje crudo, duro de ver, y pese a los problemas de ritmo o a la actitud del protagonista, correcto. Los secundarios (muy bien Carla Maciel como su atormentada madre y mágica Alba Baptista, como el rayo de luz que empieza a iluminar la vida del joven) cumplen y hacen de ‘Patrick’ un bloque sólido que, aunque no se llevará la Concha, hará mella en el espectador.
