Nos deja una de las voces teatrales más emblemáticas del Drama español contemporáneo
La Cultura continúa de luto. Si ayer nos tocó llorar la muerte de Pau Donés, alma de Jarabe de Palo, el Cine español llora el fallecimiento de Rosa María Sardá a consecuencia de un cáncer linfático que le fue diagnosticado en 2014. Paradójicamente, los amantes del séptimo arte sienten su pérdida mientras que ella se mostraba reacia al aplauso del fervor popular.
Sin embargo, ha sido una de las personas que más encuentros con el éxito ha tenido en la Gala de la Academia de Cine perteneciente a los Premios Goya. Sin vergüenza (1992) y ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? (2001) le otorgaron en dos ocasiones el máximo galardón del Cine español. Además, hace diez años, recibió la Medalla de Oro de la Academia.
El efecto mariposa (1995), Airbag (1997), La niña de tus ojos (1998), Todo sobre mi madre (1999), Te doy mis ojos (2003) y Ocho apellidos catalanes (2015). Esta última le permitió darse a conocer en el público más juvenil, concretamente el de la generación millenial. Mientras que este público específico mostraba su ímpetu al amor en plena etiquetación de las 19 España, la propia Rosa hacía honor a su veteranía retratando el sectarismo nacionalista catalán dejando entrever enormes dosis de humor.
Aun así, la verdadera vocación de la catalana no se encontraba en el Cine, sino en el Teatro. No era para menos. Es cierto que nació en 1941, en plena postguerra. Pero sus sangres circulaban en venas puramente artísticas. A pesar de no pertenecer a familia adinerada, siempre luchó por sus sueños.
No le importó debutar a una tardía edad, 24 años. Su sueño era conquistar a un público necesitado de entretenimiento. Era su sino en la vida, demostrando que el Arte era lo más importante y que entiende de personas, no de géneros. Cuánto público «feminista» debe aprender de este genio de persona que rompió moldes sin hacer ruido.
Finalmente, se ha ido en cuerpo, pero su alma siempre quedará presente en cada uno de los escenarios que volverán a abrir el telón en la «nueva normalidad». Toca homenajearla, ya que el cáncer se la ha llevado en tiempos de zozobra. En cambio, dejó una declaraciones a Jordi Évole que son pura Historia de la España contemporánea.
«El cáncer es invencible, no es una lucha, es una cuestión de que los que se ocupan tengan más o menos tino al programar unas ciertas medicaciones o lo que sea, pero no se trata de un »match« de a ver quién gana, porque el cáncer siempre gana». Descanse en paz.
