En la sección paralela de la Quincena de Realizadores se ha presentado la película georgiana ‘And then we danced’, dirigida por el sueco Levan Aki.
And then we daced sigue los pasos de Merab, un joven bailarín georgiano que forma parte del grupo nacional de danza de Georgia, y al que le cambiará la vida cuando conozca a Irakli, un nuevo compañero que se incorpora al grupo.
La película que opta a la Queer Palm (premio a las películas con contenido LGTB de todo el festival) trata el descubrimiento personal del protagonista que siente un hasta entonces adormecido deseo por uno de sus compañeros. Merab es un chico que baila desde que es un niño y que mantiene una relación con su compañera Mary; trabaja de camarero para ayudar económicamente en el hogar familiar; además de encargarse de que su hermano no tome el mal camino.
Todo esto hace que Merab sea un chico que siempre ha vivido para los demás en vez de para sí mismo, y eso lleva a que encuentre en la danza su refugio personal. Cuando aparece un nuevo compañero, Irakli, su vida se vuelve patas arriba porque comienza a descubrir que hay algo más que todas las responsabilidades a las que se enfrenta a diario. Puede que ese comienzo y ese descubrimiento no sean novedosos como tal para cualquier persona que vea con frecuencia películas de temática LGTBI, pero son estas historias las que tienen que llegar al gran público para normalizarlas dentro de la sociedad –ya que no lo están-.
Además, And then we danced tiene un componente que la hace más interesante, y es que tiene lugar en una Georgia actual, y de la que desconocemos en gran medida, su visión sobre los derechos LGTB. Lo cierto es que como en muchos países de la Europa del este, la homosexualidad no está bien vista, y por eso el contexto en el que se presenta la cinta da una visión diferente que explica muy bien por qué Merab no termina de aceptarse a sí mismo.
La cinta se mueve entre el descubrimiento y aceptación de Merab sobre quién es, y a la idea de qué es la masculinidad que parece importar mucho a la sociedad heteronormativa y masculina georgiana. El protagonista de la historia, Levan Gelbakhiani, es bailarín profesional y no se dedicaba a la actuación, pero no cabe duda de que tiene un gran futuro por delante, ya que lleva el peso de la película con dignidad y sabe vender muy bien el texto del director.
La conclusión a todos estos temas puede parecer típica pero está muy bien elegido el camino utilizando la danza como motor de la trama. El desenlace emocionará a todos aquellos que deseen ver esas historias sobre el primer amor y el descubrimiento de la sexualidad. Además dará una bofetada a aquellos escépticos que solo aceptan un tipo de masculinidad que no es desde luego la que Levan Aki quiere transmitir. Altamente recomendable.
