Juan Sinisio Pérez, historiador de la UCLM, apunta la necesidad de contextualizar para valorar la viabilidad de la Monarquía
La figura del historiador ha visto aumentado su prestigio durante estos tiempos de pandemia y de incertidumbre política en nuestro país. Para colmo, se han abierto incógnitas supuestamente resueltas en el pasado: si se debe abolir la monarquía.
La marcha del Rey emérito ha vuelto a abrir la brecha. Las opiniones discrepan dependiendo de los intereses de partido y de los puntos de vista de los diferentes estractos sociales. Ante tantos puntos de vista, hace falta la figura de un historiador con una base de conocimientos sólidos cuya juicio crítico esté basado en lo investigado de forma bibliográfica.
Una de esas personas que ha realizado un juicio dotado de coherencia ha sido el catedrático de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha, Juan Sinisio Pérez. Andaluz de nacimiento, pero manchego de adopción, tiene un juicio crítico eficaz sobre la situación de la monarquía parlamentaria en España.
Para empezar, hace una llamada al estudio meticuloso del contexto. Por ejemplo, ser consciente de que la república era el proyecto atrayente para las clases populares por sus connotaciones democráticas de sus ideales. Al mismo tiempo, la monarquía parlamentaria era sinónimo de conciliaciones a mediados de los años 70 tras la muerte de Francisco Franco.
En la misma medida, añade que el proceso de transición supuso un acierto para las fuerzas progresistas. Al fin y al cabo, la Carta Magna acabó por reconocer los derechos por los que lucharon durante cuatro décadas desde el exilio, aval fundamental para asentar la Democracia en España.
«Las comparaciones -explica- en historia deben hacerse con mucha precaución para subrayar diferencias y no caer en trampantojos que falseen la realidad. Se puede concluir que la Constitución del 78 recogió los derechos y aspiraciones que habían sido bandera de un amplio abanico de fuerzas progresistas. Ganaron la partida los vencidos de la Guerra Civil por más que quedasen asuntos que se consideraron después insoslayables. Y el republicanismo como fuerza política perdió su sustento histórico y vio cumplidos sus objetivos sociales».