La ciudad manchega despertó los fantasmas del pasado con un incendio que se quedó en un susto, pero que retrató la desinformación vigente
El humor se hace viral cuando se inicia un nuevo año. Esta vez, los memes se hicieron virales porque 2020 tenía un calendario idéntico a 1936, haciendo entrever doce meses de hecatombe. El toque humorístico descifró el realismo, sobre todo en la ciudad industrial.
Además de que el coronavirus se llevó por delante a víctimas directas e indirectas de la pandemia procedentes de la ciudad, Puertollano se hizo viral en enero por un hombre que se suicidó tras matar a su mujer. Meses más tarde, las operaciones antidroga volvieron a poner a la ciudad industrial en el punto de mira.
Curiosamente, el calificativo industrial volvió a poner en jaque al municipio. 17 años antes, una explosión en el complejo petroquímico acabó con la vida de nueve personas. En medio de tantos recuerdos desagradables, una hermosa tormenta de verano de la mañana de hoy acabó convirtiéndose en pesadilla. Un rayo acabó por incendiar dos tanques de combustible que desataron los fantasmas del pasado en la ciudad puertollanense.
El pánico estaba más que sembrado. Cómo si de una película de terror se tratase, el atasco comenzó a asolar en la población y en la carretera hacia Ciudad Real. Afortunadamente, la ignorancia ha ofrecido dosis menores debido a la influencia que tiene Repsol en la estabilidad económica en gran parte de las familias de la localidad.
Por tanto, ha primado la calma con determinada relatividad. Por desgracia, no ha sido sido gracias a la incidencia de los medios de comunicación. Es cierto que el susto ha llegado a hacerse eco a nivel nacional. Pero la desinformación ha primado, llegando a confundir planta con tanque en los titulares. Cortos no se han quedado en medios regionales que repetían los mismos reportajes en reiteradas ocasiones.
Sin duda, Puertollano no ha ardido. Por suerte, no hemos tenido que llorar muertes por el incidente acaecido. Pero una vez más han vuelto a suspender los medios de comunicación por seguir apalancados en metodologías tradicionales. Mal deben ir las cosas para que nuestro entorno sea nuestro mejor informador.
