Cada vez son más las personas que deciden cambiar su antigua bañera por un plato de ducha. Esta decisión conlleva ciertas ventajas para las personas, que van más allá del espacio que se gana con el cambio.
Mientras que hay personas que deciden cambiar su baño sustituyendo la bañera por un plato de ducha por algo meramente estético, hay otras que lo tiene que hacer por necesidad. Así, las personas con movilidad reducida, quienes hacen un Cambio de bañera por plato de ducha ya sea por una enfermedad o porque son mayores, son los principales beneficiados con este tipo de cambios en su hogar. Los problemas de movilidad de estas personas hacen imposible en muchas ocasiones que puedan utilizar con normalidad una bañera. Así, la ducha se convierte en su única opción.
Las duchas permiten una mayor accesibilidad, al no tener un borde tan alto como las bañeras. Esto permite una entrada mucho menos dificultosa para las personas con movilidad reducida. Además, muchas de ellas cuentan con suelos especiales antideslizantes que son más seguros. Estos ofrecen la ventaja de poder colocar asientos en su interior para facilitarle más la ducha a las personas con dificultades. Las bañeras, debido a su forma, son menos seguras para colocar este tipo de asientos.
Así, la comodidad en este ámbito se convierte en una de las ventajas principales para cambiar la bañera por un plato de ducha. Junto a esta ventaja hay otras principales como el ahorro que se produce. Y es que la ducha utiliza mucha menos agua que una bañera, por lo que el gasto se verá disminuido. Llenar de agua una bañera puede llegar a consumir más de 200 litros de agua, mientras que en una ducha esa cifra se ve considerablemente reducida.
Se puede plantear una duda respecto a estas dos posibilidades cuando en casa hay un recién nacido. Sin embargo, y teniendo en cuenta que dentro de las duchas se pueden colocar bañeras portátiles, también en esta situación resulta más útil la ducha. Además, estas bañeras portátiles consumirán siempre mucha menos agua que una normal, al verse reducido el tamaño.
Las duchas, por otro lado, permiten ganar mucho más espacio respecto a las bañeras. Estas ocupan más y hacen perder metros a la estancia. Esto puede ser un inconveniente para estas personas con movilidad reducida, que requieren de un espacio amplio para poder adaptarse. Así, con las duchas el espacio se optimizaría mucho más, disponiendo de más para incluir otros elementos o cosas necesarias.
Por último, cabe destacar la funcionalidad de las duchas en relación con una bañera. Al final, de forma general, las bañeras no se suelen llenar todos los días. De esta manera, se le da una función más similar a la de la ducha que a la de la propia bañera. Por ello, y teniendo en cuenta todo lo mencionado anteriormente, la ducha se convierte en la opción más eficaz para muchas personas, convirtiéndose en lo más cómodo.
Ayudas y subvenciones.
El gobierno tiene en cuenta a las personas con más dificultades a la hora de desempeñar tareas como el ducharse. Por ello, les ofrece una serie de ayudas en términos de dinero. Así, cuando una persona con movilidad reducida se vea en la necesidad de adaptar su baño, gastará un 20% menos. No son las únicas ayudas que se ofrecen, ya que ciertas comunidades también plantean subvenciones cuando es necesario hacer obras de este tipo.