Reseñamos Lucky Penny, la obra de Ananth Hirsh y Yuko Ota que en España ha sido editada por Ediciones Babylon
De la mano de Ediciones Babylon, ha llegado a España Lucky Penny, una obra realizada por Ananth Hirsh y Yuko Ota, originariamente en formato webcómic en la plataforma Johnny Wander y posteriormente editada por la estadounidense Oni Press. Si bien suelen acreditarse, respectivamente, como guionista y dibujante de este cómic, ellos mismos se consideran coautores, ya que Hirsh desarrolla una idea planteada originalmente por Ota para una antología y, sobre todo, porque el proceso creativo de ambos ha surgido a partir de la convivencia.
Lucky Penny es una historia divertida, adictiva y que se lee en un suspiro. En su trama, combina elementos de los juegos de rol, escenas costumbristas, romance y aventura, todo ello presentado con mucho humor y tintes surrealistas. El título es un juego de palabras con el nombre de la protagonista, Penny, y los centavos de la suerte (también penny, en inglés). Y es que Penny tiene muy mala suerte: ha perdido su trabajo y su casa, se ha mudado a un trastero, su mejor amiga, Helen, se va a vivir lejos y, para colmo, ha sido contratada en la lavandería de los padres de Helen, dirigida por su hermano pequeño, un chico de doce años que le hace la vida imposible a Penny por rencores del pasado. La cosa empeora cuando Penny empieza a sentirse atraída por Walter, un empleado de un gimnasio que le permite hacer uso de las duchas. Y es que, desde ese momento, parece que todo lo que Penny toca queda maldito.
La influencia de Bryan Lee O’Malley es innegable, tanto en el estilo de dibujo como en el planteamiento y en la propia historia. Sin embargo, a diferencia de Scott Pilgrim, Penny no solo tiene que enfrentarse en una batalla épica a un grupo de adolescentes dentro de un proceso entre metafórico y delirantemente fantasioso de maduración personal, sino que debe aprender a lidiar consigo misma y con su mala suerte.
Penny no realiza una transición a la adultez, como cabría esperar al leer las primeras páginas, sino que va más allá, hablando de la aceptación personal como pilar fundamental para hacer frente a la adversidad. Penny destila optimismo, vitalidad y alegría. No obstante, cuando empieza a ver (o, más bien, a creer) que su mala suerte puede ser la causante no ya de sus propios problemas, sino también de los problemas de la gente que le rodea, Penny deja de ser Penny y la preocupación afecta a su personalidad, debilitándola, y no es hasta que se reafirma en sí misma que consigue fortalecerse y hacer frente a sus enemigos.
Este mensaje se enmascara bajo una gruesa capa de humor, que aligera el contenido dramático. Además de la hilaridad del argumento, la sucesión de gags no deja prácticamente un momento de respiro al lector, quien una vez entra en el juego, no puede dejar de devorar sus páginas. Este ritmo, procedente de sus orígenes como webcómic, es una de las principales bazas de Lucky Penny. Lejos de resultar una amalgama de chistes metidos con calzador, Hirsh y Ota consiguen una gran fluidez, apoyada en la sorpresa permanente y en el crecimiento constante de estos gags hasta transformar la historia de un slice of life a una aventura rolera.
El dibujo de Yuko Ota combina a la perfección con este tono humorístico. Ota consigue dotar a Penny y al resto de personajes de una gran expresividad, que en ocasiones alcanza lo caricaturesco. No obstante, a pesar de la extremada sencillez de los rasgos de los personajes, con un diseño muy próximo al cartoon, Ota desarrolla expresiones complejas que son capaces de transmitir emociones cargadas de matices.
Buena muestra de ello resulta el interior de la portada y la contraportada, con un patrón de distintos diseños de Penny. Detalles como este, el contenido de las últimas páginas o de las solapas, con algunos retratos de los autores ilustrando los agradecimientos y su trayectoria, dan lugar a una edición hecha con cariño para un cómic del que es imposible no encariñarse.
