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Jaume Vives: “En un mundo en el que lo que hay es odio, tristeza y desesperación, es importantísimo el testimonio de gente que perdona”

Jaume Vives Vives / Fuente: Diócesis de Córdoba

El periodista y activista Jaume Vives nos cuenta su experiencia en Irak recogiendo las vivencias de los cristianos perseguidos tras el dominio del Estado Islámico en los países árabes

Guardianes de la Fe (2015), documental dirigido por Jaume Vives, surge como forma de dar voz a los cristianos perseguidos en Irak, tras la toma de sus ciudades por parte del Estado Islámico, que comenzó en 2014. El pasado mes de agosto, el equipo volvió a Irak, movido por la ilusión de que las personas que protagonizaron la primera parte del documental vieran que sus historias y testimonios han llegado a Occidente.

Jaume Vives Vives (1992), el periodista “de la barba larga y descuidada”, natural de Barcelona, es también un conocido activista y escritor español. Fundó el Diario El Prisma y ha escrito y publicado diversos libros: Las putas comen en la mesa del rey (2013), Pobres pobres: 8 días viviendo en la calle (2014), Viaje al horror del Estado Islámico (2015) y Tabarnia: la pesadilla de los indepes (2018).

TimeJust: ¿Cómo nace el proyecto Guardianes de la Fe?

Jaume Vives: La idea nace hace ya unos cuantos años, tras escuchar en algunos medios de comunicación digitales que había cristianos que estaban muriendo por serlo. Yo pensaba, por una parte, que quien escribía esto eran católicos que, con una intención de hacer bien a otros católicos de Occidente, recrudecían o engrandecían lo que podía estar pasando en Egipto, Irak, Siria… Era muy escéptico, me costaba creer que fuera cierto. Porque yo estoy acostumbrado a que la gente se ría de Cristo, se burle de la Iglesia, de todo lo sagrado… Hay muy poco respeto por estas cosas. A veces, incluso los propios católicos nos avergonzamos de decir que lo somos. Pero pasó el tiempo, y gente importante empezó a mostrar su apoyo a esos cristianos. Entonces me di cuenta de que era verdad, y también de la importancia de coger esos testimonios y traerlos aquí.

TJ: Antes de ir allí, tendrías una idea premeditada de qué era lo que te ibas a encontrar. ¿Se cumplieron tus expectativas, o te encontraste con algo totalmente diferente?

JV: Uno va con la idea de que es la guerra. Piensas que te vas a encontrar destrucción, muerte, tristeza…, y llegas allí y te encuentras con algo mucho más gordo, pero también mucho más bonito. Uno ve muchísima grandeza. Te encuentras con gente que lo normal sería pensar que tendrían que estar deprimidos, hundidos en la miseria, lamentándose por las esquinas; porque su vida es un desastre, lo han perdido todo: la casa, los ahorros, la educación de sus hijos… Pero te das cuenta de que ojalá uno tuviese esa alegría y esa paz que ellos tienen. Es algo que los medios mencionan de una forma muy superficial. Llegas allí y descubres lo que hay en el fondo: esperanza y fe.

TJ: De todo lo que viviste, ¿qué fue lo que más te impactó?

JV: Todos los testimonios son impactantes. En cada uno de ellos hay una persona que hubo un momento en su vida en el que podía decir “no, yo no soy cristiano” y conservar todo lo que tenía, o decir “sí, yo soy cristiano” y perderlo absolutamente todo. Y en cada una de esas personas hubo un “sí”. Lo perdieron todo y no se arrepienten. A uno le han matado al hijo, a otro le han dejado sin trabajo de por vida, sin casa… Para mí, lo fuerte es ese “sí” que dieron en su momento, ese reafirmarse. “Si me volvieran a preguntar, volvería a decir lo mismo”, decían. Era: “O te conviertes al islam y pagas la yizia, que es un impuesto, o lo dejas todo atrás y te vas”. Y no hubo nadie que lo hiciera.

TJ: ¿Piensas que eso es algo que puedes aprender de la gente que vive en Irak, el hecho de ser fiel a tus valores, a pesar de las consecuencias?

J: Sí, yo creo que eso es lo más importante que uno puede aprender en Irak: el testimonio de Fe. Es algo muy importante en nuestros días, porque, en esta sociedad, el principio más grande que podemos tener lo hemos pensado cinco minutos en nuestra vida. Nos ha venido impuesto por una corriente que gobierna, informaciones que hace tiempo que aparecen en los medios…, y no nos hemos dado ni cuenta. Asumimos una serie de cosas, las damos por buenas y esos son nuestros principios. Y ver gente que tiene esos principios tan sólidos… Al final, yo, como católico, sé que no es una cuestión de que sean muy valientes y vayan hasta el final con sus ideas. Es una cuestión de gracia: el martirio por tu vida, muriendo o en un sentido metafórico. Uno no tiene que caer en el error de pensar que lo que hay ahí son héroes, sino que son gente como nosotros; pero es ese “sí” el que es admirable.

TJ: Cuando volvisteis años más tarde, ¿cómo notasteis que había cambiado la situación?

JV: La primera vez que fuimos, estaba la zona en plena guerra: había empezado en junio de 2014, y nosotros fuimos en agosto de 2015. Los cristianos vivían a unos cien kilómetros de ciudades tomadas por el Estado Islámico: en el Kurdistán, en Erbil…, en contenedores de mercancía. Cuando volvimos la segunda vez, ya hacía algunos meses que toda la llanura de Nínive, que es donde está la mayor concentración de cristianos, había sido liberada. El Estado Islámico estaba prácticamente desaparecido, derrotado. La mentalidad de los cristianos había cambiado: la mayoría quería volver a sus casas. Eso en ciudades cristianas, como Bartella. En ciudades musulmanas no hay esperanza. No hay ningún cristiano que quiera volver a su casa en Mosul, por ejemplo. Pero está todo destrozado de las bombas, por lo que están reconstruyendo las casas, y poco a poco van volviendo a la normalidad.

TJ: ¿Contactasteis de nuevo con las personas que ofrecieron sus testimonios para elaborar el primer documental?

JV: Sí. El objetivo era encontrarnos con todos los que habíamos conocido en 2015 y ver cómo seguía su vida, qué había cambiado y qué no… Y proyectamos el primer documental traducido al árabe en Mosul, Bartella…, también en iglesias que habían sido cárceles para el Estado Islámico, centros comerciales y tiendas de campañas en desiertos donde vivían cristianos. Todo ello para que viesen el bien que su testimonio ha hecho a Occidente. Nos reencontramos con esas familias, aunque algunos ya no estaban, otros habían muerto, otros aparecido… Y conocimos mucha gente nueva. En este segundo documental aparecen personajes nuevos.

TJ: ¿Cómo crees que ha cambiado tu pensamiento después de los dos viajes que habéis hecho?

JV: Mi pensamiento no ha cambiado demasiado. Creo muy poco en lo que la gente dice de “me fui a la India y me cambió la vida”. Yo fui a Irak y no me cambió la vida. Sí que es verdad que, justo cuando vuelves, has estado allí un mes descubriendo una realidad importante que desconocías y que, a pesar de que a través de los ojos humanos pueda parecer un desastre, es muy bonita. Entendiendo bien: es muy hermoso lo que esconde cada una de esas personas, no la guerra. Uno puede volver y decir: me he dado cuenta de eso y, a partir de ahora, voy a valorar lo que tengo, no voy a tener vergüenza de decir lo que yo pienso y creo… Pero eso se acaba. No es una cosa que dure toda la vida. Si hay algo que no he olvidado de ese viaje a Irak es el ejemplo que esa gente da de que merece la pena entregarlo todo por Cristo, aunque parezca una cosa muy “friki”. Ves que, después de perderlo todo, aún están dispuestos a volver a perderlo todo, y que viven con una alegría y una paz que se supone que nosotros, que lo tenemos todo y estamos en la cresta de la ola, vivimos en una sociedad que está triste, sola, preocupada, angustiada…

TJ: “Occidente está con los ojos cerrados”. ¿Crees que los medios tienen que ver en el hecho de que no somos realmente conscientes, muchas veces, de realidades como la que ellos están viviendo?

JV: Como periodista, te voy a decir que los medios son lo que se pone en medio de la persona y de la realidad. Son los medios de “incomunicación”. Para que te hagas una idea: hace años, una monja misionera estuvo en Aleppo, en el corazón de la guerra, y, por la ventana de su casa, vio a una multitud de gente en defensa de Al-Assad, pidiendo que Occidente “dejara de tocarle las narices”. Esas imágenes salieron por Al Jazeera, y debajo ponía “el pueblo de Siria se levanta contra Al-Assad”. Al final, demasiada gente tiene amos: anunciantes, poderes políticos o económicos…; y eso es un problema. Había un interés en Occidente de derrocar Siria, como se hizo con Irak y Libia, por lo que no le interesaba que el pueblo, en masa, estuviera en apoyo de Al-Assad. Eso rompería todo el argumentario para legitimar la intervención en Siria. Entonces mintieron sobre esa realidad, asegurando que el pueblo sirio estaba sufriendo los abusos de la dictadura de Al-Assad y levantándose contra él, por lo que Occidente va a “salvar al pueblo”.

Los medios más importantes del mundo son cómplices de lo que ha pasado en Siria, Irak y Libia, las tres zonas en las que los cristianos y las mujeres podían vivir con dignidad. El papel de los medios ha sido desinformar y silenciar. El genocidio que ha habido de los cristianos prácticamente no ha salido en los medios. Y, en diez años, un millón y medio de cristianos han desaparecido de Irak, entre gente asesinada y gente que ha huido. Ahora quedan solo doscientos mil cristianos, a punto de desaparecer. Los medios han tenido un silencio clamoroso, aparte de la complicidad con los grandes poderes que han destruido esos países. También porque Occidente no comprende que haya gente capaz de entregar su vida por Cristo. Y, como no lo comprende, o lo explica mal o no lo explica.

TJ: ¿Reivindicas, entonces, que haya proyectos como el tuyo, que muestran cómo es la realidad que acontece en esos países?

JV: Hay, y es muy importante, tanto para los cristianos como para el mundo en general. El mundo te enseña que, si alguien te la juega, tú se la juegas aún más; si alguien te hace daño, te tienes que vengar; si alguien se equivoca, machácale… Y, de repente, ves ahí el testimonio de unos “desgraciados” a ojos del mundo, que no tienen nada y han sufrido lo que no somos capaces de comprender; que perdonan a sus vecinos musulmanes, quienes los echaron de casa “a patadas”, a aquellos que han secuestrado a sus hijos, que les han dejado sin piernas… En un mundo en el que lo que hay es odio, tristeza y desesperación, es importantísimo el testimonio de gente que perdona y que, con alegría y paz, vive en medio de una situación lamentable.


Puedes visitar aquí la web del documental Guardianes de la fe. Si tú también quieres que se proyecte en tu ciudad, ¡tan solo tienes que pedirlo! Puedes participar en este proyecto de forma activa aportando una contribución económica, ayudando a traducir los créditos o moviendo el documental en diferentes medios y ciudades.

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