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Asia

Pakistán ¿ha ganado la democracia?

Fuente: www.wikipedia.org

Contexto histórico y social de Pakistán

Antes de empezar a hablar sobre lo que ha sucedido, merece la pena informarse de la cultura y actual situación de Pakistán. El hecho es que hablar de unas elecciones sin saber lo que las precede o el debate central resulta incoherente.

Empecemos con el contexto social e histórico. Pakistán es un país que se independizó de la India, principalmente por el debate religioso, a partir de un conflicto que empezó en los 50 y que aun sigue sobre la mesa.

La sociedad pakistaní sigue siendo en cierto modo feudal. Dividida en tribus, dinastías y clanes (comunidades sociales), se organiza de una manera bastante curiosa y diferenciada respecto a la de sus vecinos. Hay que ver como esa organización política de ámbito local ha dado el salto y se ha situado a la vanguarda de las decisiones estatales federales.

Ejemplos los tenemos en los partidos tradicionales. La Liga Musulmana de Pakistán de Nawaz (PML-N), El Partido Popular de Pakistán (PPP) y el Awami National Party (ANP) son partidos dinásticos. Los líderes y principales imágenes de estos partidos de ámbito estatal son siempre de la misma familia. Por ejemplo, el PPP es el partido de la familia Bhutto.

La tensión entre clanes y dinastías ha sido siempre un tema clave en la política de Pakistán. Los conflictos entre familias y las promesas a las más poderosas han decantado la balanza en distintas ocasiones. También en elecciones.

Se ha demostrado que este sistema que sigue controlando la política pakistaní es muy difícil de cambiar. Tres golpes de estado fructíferos y una revolución civil no han conseguido grandes avances en el terreno político y social.

Ahora, después de 19 años, ha vuelto a haber una voluntad de cambio que ha «vencido» en las elecciones.

Situación actual

Nawaz Sharif, es el nombre que ha provocado el debate principal ante la convocatoria de estas elecciones. El antiguo primer ministro de Pakistán, acusado de corrupción y, por ahora, exiliado del país. El debate principal es ante el problema de la corrupción, del uso personal de dinero público.

Por supuesto hay otros debates bastante importantes. El terrorismo, por ejemplo, ha llenado portadas durante la campaña electoral y, también, durante la jornada electoral del miércoles. Atentados en actos electorales, atentados en puntos de votación clave, persecución de miembros del gobierno y de candidatos han protagonizado el debate sobre la figura de los Talibanes.

¿Elecciones libres?

La jornada electoral del día 25 de julio y el posterior recuento que ha durado hasta el día 28, ha estado marcado por distintas noticias. La promesa por parte del gobierno de unas elecciones libres y abiertas ha sido manchada por acciones terroristas y acusaciones de sobornos e irregularidades durante el recuento.

Durante la mañana de la jornada electoral, Pakistán amaneció esperando poder elegir un presidente de manera libre e igualitaria. Por primera vez en muchas provincias y distritos electorales se pudo ver a mujeres ejerciendo su derecho a voto. Esa imagen fue, muy probablemente la mejor de la jornada.

Más tarde en la región de Balochistán, la provincia de más extensión de Pakistán, hubo un atentado durante el horario de votación. Ese atentado, no solo se llevo por delante a cientos de votantes, también a patrullas policiales, civiles que deambulaban por los alrededores. Ese atentado puso en alerta absoluta a todo Pakistán durante todo el día, comprensiblemente.

Una vez terminada la jornada electoral a las 18h (hora local), salieron los portavoces de cinco partidos políticos, entre ellos el PML-N, a denunciar a la Comisión Electoral de Pakistán de irregularidades durante el recuento. No suponía una novedad, pero suponía un añadido a las presiones ya existentes.

¿Quién iba a pensar que aquellas personas que esperaban quedarse en casa para seguir el escrutinio, serían después protagonistas de hechos ajenos al proceso electoral y democrático? Nadie, probablemente, solo los miembros de las bandas terroristas.

Conclusión

Pese a una prevista ambición de cambio por parte de la sociedad pakistaní, los hechos nos remiten a situaciones oscuras del pasado y presente del estado asiático. Sin haber terminado el proceso, pues ahora es el turno de los representantes para elegir a un presidente, podemos dar datos para que vosotros, lectores, decidáis.

Una participación baja. Un 51,77%, 3,55 puntos más baja que en 2013, cuando se celebraron las anteriores. Entre las razones encontramos el miedo antes los atentados y los intentos de boicot por parte de partidos nacionalistas.

Un terrorismo presente de forma contínua. Talibanes, nacionalistas, independentistas e incluso el Estado Islámico han formado parte de su propia «campaña electoral» y han echado mano del proceso de elección.

Una corrupción infinita. Que no termina aunque haya voluntad popular de acabar con ella.

Una tensión social, también infinita entre clanes, dinastias y comunidades tribales.

Aquí tienen los hechos, suyas son las conclusiones.

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